El objetivo de nuestra creación es que nos conectemos con Dios y que
construyamos una relación con Él.
El amor y la confianza están entrelazados en toda relación
significativa. No puedes tener una relación con una persona en la que no confias si no
tienes la seguridad de que esta persona se interesa de corazón en ti y que le
importas entonces el amor se erosionará bajo capas de desilusiones y heridas.
¿Que hace que confíes en alguien? Si sabes que tus padres te cuidaron
desde el momento en que naciste y que satisficieron tus necesidades lo mejor
que pudieron entonces aprendes a confiar en tus padres. Sin embargo, si tus
padres te han desilusionado una y otra vez y no satisficieron tus necesidades físicas
o emocionales básicas entonces no confiarás en ellos, rechazarás lo que te
pidan y resentirás el hecho de que tengan control sobre tu vida.
Aprecio
Preparo la cena para mi familia casi todas las noches de la semana; también
lavo sus ropas, les compro ropas nuevas, se las arreglo cuando hace falta y
hago muchas cosas más con regularidad. Sin embargo mis hijos, incluso los más
maduros, rara vez me agradecen (de hecho, el único que me agradece
constantemente hasta por las cosas pequeñas que hago es mi hijo de 9 años que
tiene síndrome de Down). Interesantemente, mis huéspedes me agradecen
profundamente por la cena que comen en mi casa. ¿Cuál es la razón de la
discrepancia?
Cuando recibes algo de vez en cuando, sin regularidad, es natural que
reconozcas el regalo y que lo aprecies. Sin embargo, cuando recibes tanto, tan
a menudo y de forma tan consistente, comienzas a darlo por sentado.
Y lo que ocurre entonces es que dejas de apreciar. Cuando dejas de
apreciar, es como si nunca hubieras recibido nada. Es como si nunca hubiera
pasado. El acto de dar no está depositado en la cuenta emocional de la relación;
esta relación no tiene una historia.
La apreciación genera más entrega por parte del dador y, por lo tanto,
más bendiciones para el receptor. Sé que cuando mi marido y mis hijos me
agradecen y aprecian la cena entonces eso me hace querer invertir nuevamente en
una cena bonita. Sin embargo, si hiciera la cena durante semanas y nadie lo
apreciara, entonces escucharía una voz interior diciendo: “Quizás debería dejar
de hacerlo por un tiempo y dejar que se las arreglen solos, ¡así apreciarán mi
cena!”.
Esto va más allá de mi necesidad de sentirme apreciada. Como quiero que
mis hijos sean felices, necesito enseñarles a ser apreciativos. Dar las cosas
por sentado lleva a la desdicha. La gratitud quita el resentimiento y la
frustración.
Dios se comporta de esta misma manera en Su relación con nosotros. Si
pasamos semanas sin apreciar, advertir o agradecer lo que nos da, entonces nos
deja de dar para de esta forma crear una carencia para que aprendamos a
apreciar lo que nos ha estado dando.
Construye una historia de la relación
Si te tomaras el tiempo para pensar en todo lo que tu pareja hace por ti
y para realmente apreciarlo entonces te recargarías con una sensación general
de confianza y felicidad. Te darías cuenta de lo mucho que te ama esta persona,
lo cual proveería a su vez un contexto en el cual evaluar aquellas raras
ocasiones en que esa persona te ha desilusionado. Además, tendrías una propensión
mucho mayor a darle a tu pareja el beneficio de la duda.
Por ejemplo, supongamos que serás honrada en una cena y que tu marido
dice que se encontrará allí contigo exactamente a las 7 pm. Son las 7:45, aún
no ha llegado y no contesta el teléfono. Tu reacción dependerá principalmente
del contexto emocional de tu relación. Si tu matrimonio sufre una gran carencia
de confianza entonces interpretarás esta tardanza como otra demostración de su
falta de atención y te enojarás y resentirás por ello. Si tu matrimonio es fuerte
y está lleno de amor y confianza entonces entrarás en pánico y llamarás frenéticamente
a los hospitales.
El proceso funciona de la misma forma con Dios. Debemos asegurar que
nuestra relación esté construida en una fuerte base de amor y confianza que surjan
de la apreciación de todo lo bueno que ha hecho por nosotros. Eso construye la
historia de la relación.
Entonces, comienza escribiendo una lista de agradecimiento. Si eres como
la mayoría de las personas del mundo, entonces las primeras 10 cosas de tu
lista serán:
Un cerebro que me permite sentir, moverme, funcionar, pensar y hablar.
Pulmones y la capacidad de respirar.
Ojos que ven.
Oídos que oyen.
Piernas y brazos funcionales.
Una boca funcional para saborear la comida y hablar apropiadamente.
Un sistema digestivo funcional.
Mi familia
Mi pareja.
Un trabajo.
Y ni siquiera has comenzado a penetrar la superficie de todas las cosas
invaluables que tienes en la vida y que son un regalo de Dios. ¿Por cuánto
dinero venderías un ojo? ¿Un millón de dólares? ¿Por cuánto venderías a uno de
tus hijos? Es ridículo incluso pensar en eso. Dios ya te ha dado el equivalente
a miles de millones de dólares incluso antes de que llegues a la cocina para
tomar el café de la mañana.
Tu conexión con el bien que Dios ha hecho por ti y el grado en que
sientas Su amor serán los factores principales que determinarán cómo
interpretarás la situaciones difíciles, esas en las que, por así decir, Dios no
llega a tiempo. Puede que tu voz interior diga algo así: “Sé que Dios me ama más
de lo que puedo imaginar; Dios es perfecto y nunca se equivoca. Todo lo que
hace es por mi bien. Mi perspectiva limitada no me permite ver esta dolorosa
experiencia en particular bajo una luz positiva. Sin embargo, sé
intelectualmente que todo lo que me ocurre es por mi bien y perfecto”.
Cuanto mayor sea la apreciación que tenemos, más penetrará ese
conocimiento en nuestra consciencia, más confiaremos en Dios y más conectados
estaremos con Él.
Comunicación
Una vez que puedes ver claramente cuánto te ama Dios y lo mucho que
desea lo mejor para ti, debes mantener esta relación y la nueva confianza por
medio de la comunicación. La comunicación es la base de toda relación fuerte.
Cuando le hablas a tu pareja, a uno de tus padres o a uno de tus hijos,
fortaleces los lazos de la relación. Cuando le pides a tu hijo que haga algo
para ti y después de que cumplió con el pedido se lo agradeces verbalmente;
cuando le agradeces a tu pareja y la alabas por lo que te da, se fortifica la
base de confianza y amor.
En tu relación con Dios esto es igual de importante.
Al comienzo de cada día, tómate unos momentos para decirle a Dios con
tus propias palabras e idioma lo que necesitas en el día. Luego, espera Su
respuesta. Agradécele si te dio lo que Le pediste. Si deseaste tener sabiduría
para resolver un conflicto con una persona difícil en el trabajo y luego,
durante el día, tuviste una conversación decente con esa persona o alcanzaste
un cierto nivel de claridad que permitió la resolución del conflicto, ¡tómate
un momento y agradécele a Dios! Si recibiste un regalo valioso después de
haberle pedido ayuda a Dios con las finanzas, reconoce que tus plegarias fueron
respondidas.
Por otro lado, si pierdes el tren o encuentras una dificultad durante el
día, pregúntale a Dios: “¿Qué estás tratando de enseñarme? ¿Cómo puedo crecer a
partir de esta experiencia? Sé que me amas. Explícame por favor cómo es que
esto es para mí bien”. Te sorprenderá la rapidez con la que obtienes una
respuesta o con la que desaparece la dificultad.
Pídele ayuda a Dios regularmente, incluso para las cosas mundanas. A
menudo escucho a mi hijo de dos años caminando por la casa cantando: “por favor ayúdame a encontrar mis zapatos”. O en un estacionamiento abarrotado,
mientras lo recorro frustrada una y otra vez con el auto: “Mamá te olvidaste de pedirle a Dios que nos ayude a encontrar un lugar para estacionar”. Luego,
inevitablemente, encontraremos los zapatos y el lugar para estacionar, además
de advertir el involucramiento de Dios en nuestras vidas.
¡Hazlo!
Incluso si no tienes dominado este comportamiento y sientes que este
asunto de la confianza es un poco raro, ¡hazlo! Es como tirarte hacia atrás
confiando en que la otra persona te agarrará; sólo relájate. Es un ejercicio
que puedes intentar y en el que con la práctica irás mejorando. Fíjate si
funciona.
Hay un versículo en Salmos que dice: “Dios es tu sombra”. Así como una
sombra refleja lo que sea que expongamos a la luz, Dios se relaciona con
nosotros de acuerdo a la forma en que nosotros nos relacionamos con Él. Si nos
comportamos como si confiáramos en Dios y disminuyéramos nuestros esfuerzos
incluso si no estuviéramos convencidos de nuestras creencias, entonces Dios
reflejará para nosotros esa confianza y nos recompensará acordemente.
Espera lo mejor
Tal como un padre cumpliría con los deseos de su hijo si este confía en él
y se espera que lo consientan, incluso si no se lo merece realmente, de la
misma forma Dios vive a la altura de las expectativas que tenemos de Él. Si mi
hijo se me acercara con un preludio de “sé que no me escucharás o estoy seguro
de que no me gustará la cena de esta noche” entonces se desvanecería todo deseo
que pudiera haber tenido de satisfacerlo. Dice en el libro de Job: “Lo que he
temido vendrá a mí” (3:25). Si le mostramos a Dios que tememos y nos
preocupamos, entonces estamos mostrando falta de confianza y Dios permite que
nuestros temores se hagan realidad.
Por otro lado, si mi hijo dijera: “mamá se que me amas mucho y que
siempre me das lo que quiero, incluso cuando no lo merezco… ¿me darías ese
caramelo grande?”, entonces mi decisión de ser estricta o calculadora se
derretiría frente a su amor y confianza. De la misma forma, Dios responde dándonos
lo que queremos, incluso cuando no lo merecemos, si lo esperamos y estamos
seguros de que Él nos lo dará.
Los principios que aplican a la construcción de una relación de
confianza con otra persona aplican igualmente a Dios. Usemos esas herramientas
para crear una base de confianza y amor entre nosotros y nuestro Creador y
seamos, partícipes en llevar al mundo a su destino supremo.
Fuente:
Aish Latino
unitedwithisrael.org/es/como-construir-confianza-en-dios/
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